domingo, 18 de julio de 2010

Juegos infantiles para el verano


Principalmente, las vacaciones son para el descanso, el relax y los viajes, pero muchas veces suponen todo lo contrario. Para tener entretenidos a los más pequeños mientras los mayores disfrutamos del sol, el descanso y las vacaciones te propongo los siguientes juegos infantiles:

Juego para los viajes:
La carrera de gotas:


Juegos para los viajes con lluvia. Cada jugador apadrina una de las gotas de agua que quedan pegadas al cristal y que van escurriéndose hacia abajo. La gota más rápida hará ganar a su padrino. Es conveniente marcar sobre el vaho el punto de salida y la meta. A partir de 4 años.


Juegos para la playa o la piscina:
Carrera de pantalones bajados:
Nada más llegar a la playa, traza una línea de salida y una meta. Haz que los niños se pongan en la línea y se bajen la ropa a los pies. Da la orden de salida para que echen a correr. Se partirán de risa viendo cómo caminan y más de uno acabará arrastrándose para llegar el primero. Es una variante casera de las carreras de sacos, pero... ¡Ojo con llevar el bañador puesto! A partir de 4 años.

Canasta en la arena:
Consiste en hacer un agujero en la arena, situarse a cierta distancia y tirar a colar piedras en el agujero. Los que lo consigan, dan un paso atrás y vuelven a tirar y así hasta que sólo quede uno. A partir de 4 años.

Carrera de aguadores:
Los pequeños cogen un cubo lleno de agua y comienzan una carrera en la que tú les vas diciendo lo que deben hacer. Les indicarás hacia qué árbol dirigirse, si deben hacerlo a pata coja o dando vueltas sobre ellos mismos, así como subir a una roca o saltar desde ella. Al finalizar el juego, ganará el que más agua conserve en el recipiente. A partir de 4 años.


domingo, 11 de julio de 2010

¿Cómo cocinar para niños?



Es una pregunta fácil para un niño con buen apetito pero en el caso opuesto, la comida se convierte en un calvario y si no que se lo pregunten a una madre como la mía que, fuera de engaños imaginativos, siempre “se le rompían” los envases del yogur y me los servía en un boll para hacerme comer dos. Ante engaños así, no hacía falta elaborar grandes excusas.
No sé cómo se las ingeniarán las madres de hoy en día para “engañar” a sus hijos en la comida, pero gracias a las siguientes vídeo-recetas de youtube, los más pequeños no podrán resistirse a dar bocado. ¡Se acabaron los engaños ingenuos!

Los Pingüinos de Isasaweis




El volcán misterioso de BabyChef

domingo, 4 de julio de 2010

Niños


Empiezan las vacaciones de verano y los niños pasan demasiado tiempo en casa. Por eso, este mes, te propongo ideas para entretener a los más pequeños con manualidades y originales comidas.
Para introducir la temática del mes, una de mis clásicas historias infantiles:
El hecho de ingerir alimentos es necesario para la supervivencia, y eso era algo que tenía más que asimilado. Pero nunca sentí placer por la comida. Ni los desayunos con dibujos animados, ni las meriendas con mis primas, ni las cenas en familia suponían una delicia para mi paladar. Cansada de inventar mil excusas para no terminar los platos, un día me ocurrió algo que cambió mi manera de concebir los alimentos.
Las vacaciones se acababan y nos íbamos del pueblo. Era la hora del desayuno, mi hermano ayudaba a mis padres a meter las maletas en el coche. Yo, sola en la cocina tenía ante mí una taza de leche recalentada, fría y con miel. Se me habían acabado las excusas para inventarme algún dolor que me impidiera acabar ese colacao interminable.
Mientras intentaba inventar algo, una mosca verde y grande se posó en la mesa. Pensé que la mosca me ayudaría con el desayuno pero ella no miraba el colacao, si no a mí. Y no contenta con mirarme se frotaba sus dos patitas delanteras. Yo asustada, sólo pude gritar y correr hasta el coche.
Cuando mi padre me vio tan exaltada me preguntó: - "¿Qué?¿Has acabado?"
A lo que sólo pude responder: - "¡Una mosca me ha querido comer! Me miraba y se frotaba las patitas así". Y yo imitaba el movimiento de la mosca.
Mi padre pareció creer que no era mentira lo que le contaba. Me llevó a la cocina y me sentó delante del tazón de leche, mientras me decía que si no me tomaba el colacao en cinco minutos me dejaría allí sola con la mosca. Yo, creyéndome alimento de la mosca, me bebí la leche todo lo rápido que pude por si ella aparecía. En concreto esa mosca no apareció, hubiera sido capaz de reconocerla entre todas las moscas de la cocina.



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