Vivienda

Esta historia podría titularse la Madame María, pero como ninguna de mis historias mensuales llevan título, no voy a hacer una excepción con esta.

Me vine a Madrid con 18 años para comenzar mis estudios universitarios y me encontré con una calurosa ciudad plagada de estudiantes en busca de piso. Y yo, era una de ellas.

Después de ver catastróficas viviendas, cosas a las que otros llamaban pisos y cuartos sin ventanas, encontré a María. Ella, rubia oxigenada con una vida tan social como la de Ana G. Obregón, era la dueña de una mini-residencia de seis estudiantes.

Nunca olvidaré el día que la conocí, al igual que nunca olvidaré la cara de mi madre cuando vio a María por primera vez. Y es que mi madre, tiene la desgracia de reflejar en la cara sus pensamientos, y aquella expresión decía: "¿Estoy entregando a mi hija a una Madame?" "¿De verdad viven aquí estudiantes?" Y tras unos segundos de observación con su correspondiente intercambio de signos entre madre e hija, optamos por aquel “burdel” en el que vivía gente tan normal como yo.

Ésta es una de las miles de historias de aquellos que dejan su hogar para encontrar una vivienda en su nueva ciudad. Por eso, este mes hablaré de la difícil búsqueda de piso, de lo necesario para sobrevivir y de la renta básica de emancipación.