domingo, 3 de octubre de 2010

Automoción


En honor a mi amiga Aida que hace cuatro días se ha apuntado a la autoescuela, este post y la temática del mes.
¿Quién no recuerda sus primeros días con su recién estrenado carnet de conducir? En mi caso lo recuerda mi madre, un flamante BMW y yo.
Me saqué el carnet en marzo de 2004 y me agencié el Rover 400 de mi padre siempre que quedaba disponible. Los primeros viajes eran turísticos hasta que mi madre y yo decidimos embarcarnos en lo que prometía ser un viaje de inversión en El Corte Inglés. Lo prometía hasta el mismo instante en el que me dispuse a aparcar al lado de un BMW, la técnica de elección del hueco estaba más que ensayada, siempre hay que aparcar al lado de coches caros y nunca al lado de los carros de la compra, y al encontrarme el BMW pensé, este es mi sitio. Con mi maniobra de conductora novel, conseguí aparcar en el hueco seleccionado pero no sin dejar mi sello: un rayón en la puerta del carísimo BMW, al que le siguió el correspondiente sello de mi madre: un clinex con saliva para limpiar la puerta del desconocido. Tras finalizar nuestra obra de arte, decidimos que sería mejor dejar la tarde de inversión hasta dominar la maniobra en los parkings comerciales. Dicha maniobra llegó semanas más tarde y unida a mi nueva técnica en la elección del hueco, tratar de evitar los carros de compra y los BMW.
Este mes hablaré de coches, rayones, maniobras y otros asuntos noveles y no tan noveles del mundo de la automoción.



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